¡Adiós iPhone, Adiós!
Después de la última vez había aprendido la lección:
¡NO sacar el iPhone durante el fin de semana, ni tampoco bailarinas!
Hoy he aprendido otra: ¡iPhone y yo no somos compatibles!
A la menor oportunidad se me escapa de las manos.
Lo más curiosoo de esta vez es que fue en medio de clase, durante la pausa, a plena luz del día y delante de mi cara. Con la viaje técnica de tapar el objeto de deseo, el ratero pedía unas monedillas mientras con las manos hábilmente debajo de un folio sustraía el botín.
Ante la amaneza de avisar a seguridad se fue, sin prisa pero sin pausa, con la cara contraída como asustado de la advertencia. En realidad, después de que se fue comprendí qué había pasado. Se fue tranquilo con la satisfacción de haber conseguido su objetivo: el teléfono ya no estaba.
Al cabo de unos minutos pusimos en marcha todo un dispositivo de búsqueda. Cinco o seis chicas solidarias y cabreadas, junto con los de seguridad y tres Carabinieris buscábamos al hombre de pelo rapado y abrigo beige. No había rastro de él.
Ha robado un iPhone, pero después de los bloqueos oportunos no es más que un posapapeles. Por mi parte he aprendido una palabra nueva: Furto.
Mi relación con el mundo Apple se reducirá, de ahora en adelante, a la radio del iPod.
Batiendo recods y fulminando las estadísticas: Dos iPhone en menos de dos meses. ¿No hay un premio?
Mientras se piensan mi regalo por Cliente Destraste de Platino, me quedo con el clásico Nokia.