Ainara Porrón y Pablo Dávila, estuvieron presentando juntos en Gijón su primer corto: Lobito bueno, bruja hermosa. Una poesía audiovisual en la que no todo es lo que parece, un relato poético de medias verdades. Ninguno de los dos se había imaginado nunca haciendo cine. Ainara sabía desde niña que, cuando fuera mayor, contaría historias, ya fuesen escritas o audiovisuales. Y aquí estuvo, presentando su primer corto como directora. Pablo, vinculado siempre al mundo del cine, ha trabajado, y trabaja, en el panorama cinematográfico pero con el producto ya acabado; esta es la primera vez que se pone al frente de la dirección de arte.
Los dos tienen buena sintonía, hay confianza y muy buen rollo. Son amigos desde hace mucho tiempo pero es la primera vez que trabajan juntos. “El proceso de creación ha sido muy bonito. Hemos intercambiado ideas, también ha habido críticas pero siempre constructivas”, asegura Ainara. “Ha sido estupendo trabajar con un equipo tan bueno, todos aportaban algo y eso no ha hecho más que sumar”, continúa, “me siento como si hubiera pilotado un barco de ideas”, ríe. Entre risas también, confesó que es una grandísima fan de Nacho Vegas. De hecho, le hubiera gustado acompañar el corto con una de sus canciones, pero debido a una serie de imprevistos, se decantó por la adaptación que Paco Ibáñez hizo del poema de Goytisolo: “Érase una vez (lobito bueno)”. La casualidad o la magia del festival quiso que Ainara y Pablo coincidieran con Nacho Vegas en una cafetería, “no podía empezar mejor la visita a Gijón”, confesaba Ainara sonriente.
Es una mujer llena de ideas, no sabe estarse quieta, pero en esta ocasión fue diferente. “Tenía la necesidad de contar esta historia”, comenta. Todo surgió como surgen los mejores proyectos, con amigos, entre cañas y muy deprisa. Ante una de esas cervezas, estaba Pablo que no dudó ni un momento en embarcarse con Ainara en esta nueva aventura. “Estaba buscando un proyecto en el que poder hacer algo así. Había hecho un curso con Gil Parrondo, y tenía ganas de hacer algo como director de Arte”, asegura, “Y hacerlo con ella, era como empezar jugando en casa”, ríe. A pesar de no haberse planteado nunca eso de dirigir películas, han conseguido meter en común toda la experiencia que tienen ayudando a otras personas en el mundo del cine, para crear algo nuevo y totalmente suyo. Ainara empezó con Kerejeta, y Pablo tienen su propia empresa de marketing y servicios creativos (http://pablodavila.com). Así que su unión, junto con la de otros profesionales del sector, no podía salir mal. Han hecho las cosas a su manera, como creen que deben hacerse, lo que les ha hecho respetar aún más el trabajo de directores o productores: “no es nada fácil poner a todo el mundo de acuerdo”, comentan. Han hecho especial hincapié en la calidad de la imagen (4K) y del sonido (en 5.1). Los planos son arriesgados “la insolencia del principiante”, apunta Ainara. Durante el rodaje hubo momento de crisis, "llegamos repetir una toma hasta 15 veces”.
Creen que es un regalo y un honor haber podido participar en el Festival en la Sección Oficial de Cortometrajes, en la que aseguran que había muy buen nivel. Ya están pensando en el próximo proyecto aunque aseguran que todavía tienen mucho que aprender. Consideran el corto un producto en sí, no el anticipo de un largometraje, “creemos que lo importante es contar historias con contenido y no importa cual sea el formato”. De momento, al cine le dedican únicamente el poco tiempo que tienen libre, ya que aseguran que es solo un hobby. Una afición que esperan poder seguir cultivando.