¡De película!


Los muebles de forja, la manzana de mediamañana o
 las flores frescas recién cortadas en las cestas de las bicicletas adornan las calles
empedradas del centro de la Ciudad. Podrían ser los protagonistas de una película ambientada en un pequeño pueblo de la Toscana, pero nada más lejos de la realidad.

La colada recién tendida hondea sobre las fachadas, suena una melodía de fondo, quizás una canción napoletana y un dibujante extranjero delinea la situeta de los músicos de la plaza. ¿La escena de un cortometraje rodado en Campania? Nada que ver.












 Es ella, siempre Roma.
Siempre cambiante,siempre eterna.