- ¿Qué es eso, papá?
- ¡Un cementerio, cariño!
Recuerdo haber tenido esta conversación por lo menos una vez al año desde que tengo uso de razón. O lo que eso lo mismo, cada vez que salíamos de Mieres por la carretera vieja, la N-630. Aquella carretera non solo pasaba cerca de un cementerio muy raro si no que me parecía, a mi tierna edad, que era la vía que llevaba hacía destinos exóticos: Argame, Baiña, Santa Eulalia...
A medida que pasaba el tiempo, las preguntas se fueron multiplicando, eso del cementerio dejó de ser suficiente:
- ¿Y quién está enterrado ahí?- Numa Guilhou.
- ¿Y quién era?
- Pues fue una persona muy importante para el desarrollo industrial de Mieres.
- ¿Y qué hace ahí? ¿Y por qué no está en el cementerio como los demás? ¿Y le llevan flores?
Ya sabéis lo pedantes que podemos llegar a ser los niños con...¿Y eso? ¿Por qué? ¿Y por qué? Ya sabéis, ese bucle infinito de preguntas que al final acaba con un 'Estoy conduciendo'. Con el tiempo, dejé de preguntar, lo que non significa que dejara de interesarme por él.
¿Vosotros también queréis saber más?
Efectivamente entre las almas que descansan en aquel cementerio romántico junto a la vera de la carretera está Numa Guilhou, pero no está solo. También están su padre, una criada francesa, madame Medley y su hermana soltera; otra pareja de alemanes, y Eliza Pool, esposa de Thomas Pool, de religión evangélica, fallecida en la Fábrica Nacional de Trubia, el día 30 de junio de 1860. Todavía hay una tumba sin identificar. La explicación de que estas personas no compartan el camposanto municipal con el resto de ánimas de la cuenca es simple: no procesaban la fe católica. Eran protestantes. Así, este pequeño cementerio sea uno de los pocos de confesión cristiana , no católica, de Asturias.
El cementerio estaba situado delante de las instalaciones de Fábrica de Mieres, de las que el adinerado francés, Monsier Guilhou fue el fundador en el siglo XIX. De ahí su relieve en el desarrollo industrial de la Cuenca del Caudal.
Si hoy levantara la cabeza, volvería a morirse del susto.
Su labor industrial en Asturias comienza en 1857, cuando compra la Compagnie Minière et Métallurgique des Asturies, constituida el 25 de junio de 1853 en París, sucesora de la Asturian Mining Company de capital inglés. La empresa, controlada por el grupo Riánsares y dirigida por Grimaldi y Lillo, fue propietaria de la Fábrica de fundición de Mieres y de explotaciones mineras lo que provocará que el concejo pase de una economía predominantemente agraria y ganadera a ser uno de los principales centros industriales de la época, provocando a su vez grandes cambios políticos y sociales. Es en 1861 cuando funda la sociedad Houillere et Metallurgique des Asturies, con un capital social de 8 millones de francos. Esta sociedad es producto de la fusión de la Compagnie Minière et Métallurgique des Asturies con la fábrica de aceros de Villallana y de las minas en Langreo, adquiridas al duque de Riánsares por 10.450.000 reales.
Los problemas de logística y comunicaciones hacen que el grupo de empresas fracasen y se presente su liquidación. Numa Guilhou vuelve a Francia y realiza una subasta pública en París en 1870. (Para saber más sobre Numa Guilhou y sus negocios podéis consultar este enlace.
Guilhou regresa posteriormente a su residencia en Mieres para gestionar él mismo la fábrica, para lo que contrata al ingeniero catalán Jerónimo Ibrán en 1873, que renueva las instalaciones, crea nuevos talleres y pone gran interés en la formación técnica y profesional de los trabajadores. A la muerte de Numa Guilhou, el 22 de octubre de 1890, la fábrica ya era uno de los principales centros industriales de Asturias, gracias, en parte, a la demanda de hierro para la construcción del ferrocarril entre Lena y Gijón (inaugurado en 1874).
Fábrica de Mieres estaría en funcionamiento hasta 1968.
El mal llamado cementerio de los franceses presentaba desde hace unos años, una condiciones pésimas. Había sido totalmente abandonado y la maleza impedía tanto su visibilidad como acceso. Hasta que este verano, la sección de Arqueología de la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara, previo consentimiento de los descendientes de la familia Guillou y el apoyo del Ayuntamiento, se pusieron manos a la obra para dejarlo en perfectas condiciones. Los trabajos aún continúan.
¡Y quizás ahora puedan volver a llevarle flores!
En 2oo5. ¡Esperemos que vuelva a lucir así muy pronto!
Este post no hubiera sido posible sin el trabajo de: Territorio Museo de Montaña Central y sin las investigaciones del historiador Ernesto Burgos.
-- La visita es gratuita.
Recomendaciones: calzado cómodo.