Dos chicas con una cámara de fotos y todo un día por delante:
Un sábado en el Vaticano
Acceder a cada rincón del Estado Vaticano es imposible para todos aquellos ajenos a la jerarquía eclesíastica más elevada. Aún así una pequeña parte de toda esta grandeza está abierta al gran público.
Los museos Vaticanos concentran en su interior tal número de riquezas y de bienes históricos que sería imposible verlos todos. Así que el visitante puede escoger varios recorridos, uno de ellos llamado breve que lleva a la Capilla Sistina en el mínimo tiempo posible. Aunque sin hacer el gran “tour” es imposible no atravesar los grandes pasillos repletos de obras de incalculable valor, como Laocoonte y sus hijos, las largas galerías con techos brocados, y decorados con trampantojos y rompimientos de gloria. Suelos de mármol y lapislázuli.
Todo para llegar a la gran obra de Miguel Ángel, un Juicio Final que provoca terror y admiración al mismo tiempo. Sin olvidar la conocidísima representación de la Creación y las obras de Botticelli o Perugino. Una estancia, rara vez vacía, que deja sin aliento, y suscita murmullos.
Un jornada partida en dos, donde la lluvia intentó ser protagonista pero no lo consiguió. Si por la mañana era el turno de los Museos Vaticanos, después de un Tiramisú en una Taberta típica llegó la hora de la entrada en la Basílica.
Un jornada partida en dos, donde la lluvia intentó ser protagonista pero no lo consiguió. Si por la mañana era el turno de los Museos Vaticanos, después de un Tiramisú en una Taberta típica llegó la hora de la entrada en la Basílica.
Comemos y bebemos porque mañana moriremos |
El Vaticano encierra tras sus muros grandes y antiguos secretos, tesoros, y pequeñas porciones de historia. Un pequeño país cuya máxima representación es la Barroca basílica de San Pedro.
Desde la plaza de la Columnata a la Piedad de Miguel Ángel. Tantas intrigas dentro sus muros custodiados por la Guardia Suiza. Hablar del interior, de la vastísima decoración sería demasiado largo. Como curiosidades: El Baldaquino, que preside la nave central está hecho, en parte, con el bronce que en otro tiempo decaraba el pórtico del Panteón. En el interior descansan una gran número de Papas, pero la sepultura más peculiar es la de Juan XXIII, de quien el cuerpo se exhibe sin mascara y con las vestiduras papales purpúreas.
La gran cúpula preside, junto con el Baldaquino, la nave central. Desde abajo uno se siente pequeó absorvido por una decoración impactante y llena de vida. En interior, la cita: "Pedro sobre ti edificaré mi iglesia". La perspectiva cambia radicalmente una vez que uno sube. Desde la Gran Cúpula se puede ver prácticamente toda la ciudad. Para acceder a ella, los pasadizos transportan a otra época. Escalones infinitos y estrechos para al final poder disfrutar de unas vistas privilegiadas.
Una jornada divertida y única en muchos aspectos. Redescubrir lugares olvidados y descubrir otras nunca vistas.