Explosiòn de color...

Tiempos de políticas convulsas,
de cambios radicales, de problemas difíciles y exigencia de soluciones rápidas.
El 20N dejó muy clara la insatisfacción de todo un país ante la gestión de un gobierno a medias tintas. Las medidas económicas no se tomaron a su debido tiempo, y al final, a contrarreloj, se hizo lo que se pudo contra una crisis económica que pasa factura a la incertidumbre y la indecisión política.

Y es que los los mercados premian la confianza. No hay más que ver al vecino francés, con una economía tan boyante como cualquier otro país europeo, pero ahí está, gestionando la Unión con una saneada Merkel.


Hacer oposición contra un ejecutivo que hace aguas es muy fácil. La política del NO es muy cómoda. Pero ser el capitán de ese barco a la deriva se vuelve complicado. Todas las miradas están puestas en el hombrecillo del bando azul. Después de una campaña política breve en la que todos los sondeos lo daban como vencedor, llega la hora de la espinosa realidad: tomar decisiones impopulares y hacer recortes bajo la presión de Europa.
Coacción externa, e interna. El hecho de descansar sobre una mayoría absoluta supone un punto más de presión. La confianza de un país en unas medidas inciertas, aún sin definir más allá de las promesas electorales.

Hace siete años el PSOE ganó las elecciones. La oposición aseguró que aquella victoria, después de la era Aznar, había sido favorecida por la tragedia del 11-M. Hace tres días, el PP volvía al poder. Un retorno marcado por la crisis económica y por la confianza de los electores en que un cambio de gobierno sería un cambio a mejor, porque a peor no era posible.


Con mayoría absoluta el país se tiñe de azul. Azul pavo, o azul paloma. Mientras el rojo de la rosa pierde brillo y se destiñe en un rosa pálido marcado por la decepción. Los milagros no existen, y la situación económica no pinta bien (que diría un optimista).


A ningún partido le gusta llevar a cabo una legislatura marcada por una crisis, y menos una como esta. Una recesión a nivel internacional que ha tambaleado los cimientos del capitalismo. Con el timón entre las manos y una tripulación enteramente ataviada con la casaca azul, es tiempo de tomar medidas. De demostrar que la arrasadora victoria no se debe a una situación crítica, sino a la convicción de sus ideas y la valía de sus actos.

Demostrar que no ha sido un espejismo de oportunidad electoral....