Ribadesella, a orillas del Sella. ¡Que redundancia! Poco os puedo decir que no os haya contado ya de esta villa marinera. En verano hablamos de la historia de Ribadesella, de su pasado salmonero y de las maravillosas vistas que hay desde la remita de La guía.
En esta ocasión, me gustaría hacerlo de sus calles estrechas, de la belleza de la ría -epicentro de la fiesta asturiana más internacional- en su desembocadura al mar, de su centro histórico repleto de curiosidades y edificios antiguos. Pero sobre todo del paseo de la playa de Santa Marina, que me robó el corazón desde el principio. Y como a mí, a un buen puñado de familias a su vuelta de Las Américas. Prueba de ello, son los ejemplos de arquitectura indiana que se extienden, frente al mar, a lo largo de todo el recorrido. La mayor parte de ellas se erigieron entre mediados del XIX y principios del XX. ¿Dónde podrían haber encontrado una ubicación mejor?
Hoy, algunas de esas casas se han convertido en hoteles, otras son de propiedad privada, aunque ya no tienen nada que ver con sus constructores. Pero aún hay algo que sí, que sigue manteniendo el apellido familiar que la mandó edificar. Será que era invierno, que el mar sonaba con fuerza y que la playa estaba desierta, pero fue muy fácil imaginar cómo habría podido ser la vida entre estas calles, junto al mar.
¡Buen paseo!
LA RÍA - ¡A las piraguas!
LA MAR SALADA - Zona Indiana
Por cierto, creo que en el post anterior sobre Ribadesella, no os dije dónde nos hospedamos. Bueno, pues fue en la pensión Arbidel. Es un lugar precioso. La decoración es muy bonita y está estupendamente cuidado. Además está a dos pasos del centro. No tiene servicio de desayunos, pero a nada hay un montón de cafeterías y pastelerías llenas de cosas ricas.
CALLE OSCURA, 1