Villa Pamphili, Villa Pamphili....
se había convertido en un murmullo constante. Había oído hablar en innumerables ocasiones de ella.
A pesar de tener orígenes privados, propiedad de la Familia Pamphlj, el tiempo lo ha convertido en el mayor parque romano con sus 184 hectáreas. Situada sobre una de las antiguas calzadas romanas, sus murallas custodian un imponente palacete barroco de un blanco brillante, que está rodeado
de un jardín de estilo inglés.
En su inmensidad uno se siente pequeño, pero tranquilo.
Los ruidos de la ciudad son sustituidos por las carcajadas de los niños, las canciones de cumpleaños o los gritos lejanos de algún futbolista amateur que acaba de marcar un gol. El aire puro invade los pulmones y las cometas vuelan a sus anchas. Es uno de esos lugares en los que Roma deja de ser ella misma, o mejor dicho, es ella en estado puro.
de un jardín de estilo inglés.
En su inmensidad uno se siente pequeño, pero tranquilo.
Los ruidos de la ciudad son sustituidos por las carcajadas de los niños, las canciones de cumpleaños o los gritos lejanos de algún futbolista amateur que acaba de marcar un gol. El aire puro invade los pulmones y las cometas vuelan a sus anchas. Es uno de esos lugares en los que Roma deja de ser ella misma, o mejor dicho, es ella en estado puro.
Sin duda, perderse es demasiado fácil.