¡Riiiiiiing!
Asustado, como si acabaras de escuchar una alarma antincendios,
abres los ojos de par en par buscando la fuente de ese sonido irritante: ¡el despertador!
Comienza un nuevo día en la Ciudad Eterna.
Llueve, y la optimista que hay en ti no se lleva el paraguas: ¡Son solo cuatro gotas!
Un desayuno a base de tiramisù y cappuccino, a pesar de que sigue lloviendo,
no puede que aumentar el buen humor. La realista que hay en
ti se manifiesta y le compra un paraguas al vendedor ambulante de turno.
Ahora sí, ¡En marcha!
Ir a los Museos Vaticanos en busca de la Cappella Sistina;
acumular panfletos con platos sugerentes; buscar un autobús y decidir que es mejor hacer el camino a pie. Llegar a la Bocca della Verità cuando ya está cerrada (no estaba tan cerca) y perder el tiempo en el Circo Massimo... Un día de locos, mejor dicho ¡de locas! ;)