Un olor familiar.
El aroma de una pipa apenas encendida
mezclada con unas gotas de la última fragancia de Armani. ¿Era él? Era una posibilidad.
Destestaba los cigarrillos casi tanto como amaba el olor de las páginas ajadas de los libros usados.
Sabía que podía encontrárselo. Era su sitio. ¿Estaba preparada? No lo sabía. Siguió el rastro de aquel maldito humo, que había aprendido a detestar casi tanto como lo echaba de menos. La mirada se posó en cada rincón de aquella plaza buscándolo desesperadamente. Ni rastro....
Hace un rato que te observo... ¿me buscabas?
Una frase. Era él. Estaba perdida.
Old school.