Roma se viste “di Natale” a diecisiete grados.
A mediados de noviembre los escaparates mostraban los primeros indicios navideños, pero no ha sido hasta diciembre cuando las calles han comenzado a iluminarse. Poco a poco los establecimientos a lo largo y ancho de la urbe se han ido contribuyendo a crear esta atmósfera de ensueño con sus particulares decoraciones.
Una ciudad donde las diferencias entre unas zonas y otras son abismales. Contrariedades y distancias que desaparecen durante este periodo. Si bien es cierto que cada barrio tiene una iluminación particular y cada negocio se "engalana" como mejor le parece, la sensación es la misma. Para bien o para mal.
Difícilmente se encuentra una calle permanezca impasible a la Navidad a la llegada de la Navidad. Los dulces característicos, los Baboos Natale (Papás Noel), las compras de última hora, las bolas que decoran los diferentes árboles inundan las aceras del centro a la periferia.
Se presenta vestida de pies a cabeza, rebosante de brillo y jocosidad. Preparada para pasar estas fiestas. Así la Ciudad Eterna acompaña su vestuario con complementos, pequeños detalles que hacen que marque la diferencia y corrobore porqué Roma es considerada una de las ciudades más bonitas del mundo.
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