Caradecaballo, o lo que es lo mismo, el corto más premiado del 2015, estuvo en el Festival Internacional de Gijón en la sección oficial de cortos presentado por su director, Marc Martínez. Este catalán, al que le encanta experimentar, iba para ingeniero informático, pero no se llevaba demasiado bien con la física y en casa le aconsejaron que cambiara los libros de ingeniería por los de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña: “Estábamos comiendo y mi madre me propuso hacer cine”, recuerda, “en ese momento me quedé un poco sorprendido, pero fue una buena idea”.
Día y medio de rodaje, una abuela como co-protagonista, con cuatro líneas de texto como único guion y sin saber si la filmación de aquellas imágenes surreales iba a servir para algo empezó este experimento equino. “Mi abuela ni siquiera sabía que la estábamos grabando”, comenta divertido. A pesar del bajo presupuesto, junto a Isis Velasco, ha conseguido crear un concepto de apenas 8 minutos, original y con mucha fuerza. Asegura que hay varios géneros mezclados, “es thriller, es comedia, es ciencia ficción y también drama animal”. “La clave para crear un producto cinematográfico está en hacer un mix lógico”, añade. Quizás sea este el film del que más orgulloso se siente, “es el que más frutos a dado, y del que menos me esperaba”, comenta modestamente.
Día y medio de rodaje, una abuela como co-protagonista, con cuatro líneas de texto como único guion y sin saber si la filmación de aquellas imágenes surreales iba a servir para algo empezó este experimento equino. “Mi abuela ni siquiera sabía que la estábamos grabando”, comenta divertido. A pesar del bajo presupuesto, junto a Isis Velasco, ha conseguido crear un concepto de apenas 8 minutos, original y con mucha fuerza. Asegura que hay varios géneros mezclados, “es thriller, es comedia, es ciencia ficción y también drama animal”. “La clave para crear un producto cinematográfico está en hacer un mix lógico”, añade. Quizás sea este el film del que más orgulloso se siente, “es el que más frutos a dado, y del que menos me esperaba”, comenta modestamente.
No le gusta considerarse un director, a pesar de tener ya varios títulos a sus espaldas, “esta profesión es como una escalera ascendente. Cada trabajo debería de ser un escalón más”, asegura. Su primer corto fue Thimothy. “En la ESCAR, los 10 mejores alumnos optan a la elaboración de un proyecto de fin de curso con unos 15.000 euros de financiación”. A él no le dieron esa oportunidad, pero en lugar de rendirse, decidió hacer su propio cortometraje, y así surgió Thimothy, protagonizada por un “tierno” conejo. El proyecto gustó mucho en la escuela, y al final obtuvo, aunque más reducida, una ayuda para realizarlo. En aquel primer trabajo, se limitaba a dirigir, sin embargo, en Caradecaballo es él quien se pone una máscara para protagonizar, junto a su abuela, este cortometraje de 20 €uros, “es una locura gastar mucho dinero para hacer un corto”.
Pero como esto del cine es una escalera, el ya se está preparando para subir unos cuantos escalones “a partir de marzo empezaré a grabar mi primera película”, revela, “un film de terror tecnológico con un guión bastante polémico”.
¡Estaremos atentos!