L'Aquila: sulle sponde dell'Aterno


Recorrer sus calles desiertas en las que el sonido de la maquinaria 
rompe el silencio es toda una experiencia.
Una sensación que va de la tristeza a la morbosidad.
El corazón se encoje, y la curiosidad se agudiza. 

Un ciudad Rica en cultura, en arte y sobre todo en historia.
Cada rincón tiene la suya.


Combativa, revolucionaria, independiente y como cantaba, Buccio di Ranallo:
"tan bonita que ninguna otra se le podía comparar". Así es L'Aquila, capital del Abruzzo. 


Fundada en el siglo XIII por la unificación de diversos pueblecitos limítrofes, su creación dio lugar a una Ciudad Medieval única para su tiempo con una planificación urbanística tan armoniosa  que no volvería a verse hasta el siglo XVIII con la creación de San Petersburgo.  Además contaba con estatuto y consejo propio, lo que le permitía gozar de una gran libertad. Y se declaró antifeudalista en plena Edad Media. 


Un carácter fuerte y orgulloso que le costó los cimientos en varias ocasiones. 
El primero a reducirla a escombro sería Manfredi en el siglo XIII, cuando la ciudad se colocó de parte del papado ( o fue el papa a resguardarse en ella) en la contienda Estado- Iglesia. Posteriormente un terremoto en el siglo XV la haría templar y de nuevo volvería a ser reconstruida. Más tarde llegarían los españoles, y todavía hoy existe el Forte Spagnolo en el que está escrito:   "Por la represión a la audacia aquilana". Historias habría muchísimas que contar. La zona está poblada desde mucho antes de la llegada de los romanos y su Imperio, pero la moraleja es siempre la misma: Caer y levantarse con la cabeza alta. Los aquilanos tienen un espíritu fuerte, todavía hoy.


La última sacudida sísmica, en el 2009, no ha hecho más que ponerlo en evidencia: son los propios vecinos, con muy pocas ayudas, los que sacando valor, fuerza y ahorros se han puesto manos a la obra para reconstruir el centro histórico, el corazón medieval, que a pesar del trabajo aún está resquebrajado. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, L'Aquila "rinasce" y si bien es cierto que será difícil que vuelva a ser la que era: el dolor por la pérdida de seres queridos, recuerdos y hogares aún duele, y dolerá por tanto tiempo, resurgirá de un modo diferente como ha hecho siempre.