Es posible volver a la Época imperial de la Antigua Roma, aunque solo sea por un rato.
Una ilusión efímera al atraversar la "Via Dei fori Imperiali", que un día fueron el centro de la vida en la mayor capital del mundo. En su interior, aunque hoy no son más que restos, se daban cita diversos foros, entre ellos el de Augusto; los mercados de Trajano o los templos dedicados a Venus y a Marte.
Virgilio aseguraba que era posible encontrar todo aquello que se necesitaba. Desde las mujeres de vida fácil que se reguardaban en la parte norte, a los esclavos de piel tostada que se exhibían en el centro, pasando por los abogados pendencieros que se reunían entre las columnas de la Basílica. Mercaderes codiciosos, usureros, vendedores de esclavos. Sin mecionar los manjares frescos provinientes del puerto de Ostia, las carnes más jugosas o los vinos más dulces. Joyas refinadas, y baratijas varias.
Un ajetreo que con el paso del tiempo se ha convertido, paradójicamente, en un auténtico rimanso de tranquilidad.
Ocaso en el Imperio.