De La isla de los cisnes con la Estatua de la Libertad menos conocida a
Trocadèro con una estupenda panorámica de la Torre Eiffel..
París es una ciudad con mil y un atractivos y lugares por los que perderse. Nosotros, como turistas, teníamos el tiempo limitado y no pudimos explorarla a fondo todo lo que nos hubiera gustado (¡y no será porque no caminamos!). Por suerte, contábamos con unos buenos guías que nos ayudaron a descubrir las partes menos conocidas, o por lo menos no tan concurridas, de la ciudad.
Y es precisamente en uno de esos lugares donde comenzamos este recorrido: ¡Bienvenidos a La Isla de los cisnes (parada de metro Charles Michels)! Es en este punto donde se encuentra una réplica de la Estatua de la Libertad neoyorquina, que los franceses donaron a los americanos en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos como signo de amistad entre las dos naciones.
En respuesta a este gesto, tres años después, la comunidad parisina de Nueva York hizo lo propio e envió a París una réplica algo más pequeña para conmemorar a su vez el centenario de la Revolución Francesa que se encuentra en una isla artificial sobre el Sena mirando hacia Atlántico.
No es tan espectacular como su hermana de ultramar pero igualmente merece la pena visitarla y hacer el paseo por la isla, en el que en todo momento se contempla la silueta de la Torre Eiffel, hasta el puente Bir-Hakeim cuyo origen se remonta a la Exposición Universal de 1878.
Aquí toca volver a las concurridas calles siguiendo las indicaciones hasta Trocadero...
La plaza de Trocadero toma su nombre de la victoria de los franceses en Cádiz en 1823 porque fue este lugar, en la colina de Chaillot, donde los militares celebraron su hazaña bélica. Del antiguo palacio de Trocadero solo quedan los jardines, puesto que la construcción actual se realizó para la Exposición Universal de 1937 y se llama palacio de Chaillot.
Aunque lo más probable es que si habéis visitado París hayáis hecho (como nosotros) caso omiso al palacio para correr a haceros la foto en la explanada con la Torre Eiffel de fondo. Y aunque parezca pan comido, conseguir una buena instantánea desde aquí no es nada sencillo debido a la cantidad de turistas que se apiñan en las terrazas de los jardines para tener la mejor foto con y sin palo selfie. Así que no os desaniméis si en vuestras fotos salen manos, brazos o piernas de otras personas. Siempre nos quedará el Photoshop.
Nuestra camino, en lugar de seguir en las alturas sobre la Torre, prosiguió por las calles de alrededor y los jardines de Campo de Marte.