en la costa oriental de Asturias, fue uno de los puertos comerciales más importantes del norte hasta el siglo XIX. Famoso, entre otras cosas, por la captura de ballenas, que poblaban las aguas cercanas a la costa ya desde época remota; y la abundancia de salmones, cuya pesca estaba en manos de los 'mareantes', pescadores expertos, que controlaban las mareas.
Y fueron precisamente el gremio de los mareantes, quien, en el siglo XVI, construyó sobre el Monte Corberu la ermita de la Virgen de la Guía, para rendir homenaje a su patrona. Una maravillosa construcción renacentista (tuvo que ser reconstruida en el siglo XX) desde donde se puede disfrutar de unas vistas privilegiadas de la escarpada costa ribellesa y del esplendor del Mar Cantábrico. Esta posición sin igual sobre el mar, en la parte más septentrional de la localidad hizo que fuera necesario amurallarla, sirviendo de fortín contra los ataques por mar (todavía hoy se conserva parte de la estructura militar). El paseo continúa sobre el paseo marítimo, al final del cual se encuentra el rompeolas, cuyo mayor atractivo es la posibilidad de adentrarse mediante un pequeño desvío en el mundo pétreo del acantilado.
¿Qué cómo se llega a la ermita? ¡Muy fácil, ya que está muy bien indicado! Se puede ir por el paseo marítimo hasta las escaleras de acceso a la Ermita, y volver por el paseo sobre el que se disfruta de una bellísima panorámica de la Villa o viceversa, recorrer primero el sendero, al que se accede a través de unas escaleras y volver por el paseo marítimo. En él se puede recorrer, no solo la costa, sino la historia de la localidad, ya que durante todo el camino hay obras pictóricas que cuentan la historia de Ribadesella desde su fundación por Alfonso X, el sabio, hasta la modernidad.
He de reconocer que no es la primera vez que este espacio se habla de Ribadesella, pero sí la primera vez que recorremos el sendero que lleva a la Ermita de la Guía o el recoveco donde se encuentra la Capilla de Santa Ana, de la que las guías de viajes no hablan (quizás porque carece de un verdadero valor artístico), pero que merece la pena visitar por la singularidad de su posición entre edificaciones de recuente construcción. Hay veces que no es necesario ir muy lejos para descubrir lugares nuevos, o incluso, redescubrir los mismos lugares pero con diferentes ojos.
Cómo llegar desde Oviedo: