Bajo la sombra de unos pinos inmesos,
en una atmósfera de otro tiempo caracterizada por la humedad y el olor a flores recién cortadas,
descansan las almas enterradas en Campo Cestio: el viejo cementerio para exranjeros no católicos.
Situado a dos pasos de Pirámide y custodiado por una antigua muralla da cobijo a un gran número de celebridades políticas, del mundo literario y, sobre todo, del cinematográficas. Aunque tampoco faltan los militares condecotados, los artistas y los nobles a los que la Ciudad Eterna robó el corazón,
y en algunos casos, la propia vida.
A través de las lápidas, auténticas obras de arte personalizado, se puede recorrer gran parte de Europa del este, y de la America del norte: Inglés, polaco, ruso, alemán... son algunas de las lenguas que se reflejan en unos epitafios poéticos y conmovedores capaces de resumir un modo de pensar y de vivir. Especial mención a las estatuas, tan expresivas, que son en grado de contagiar el dolor:
la desesperación del adiós.
Aún así, lejos de ser un lugar triste, es indescribiblmente romántico.
Los bancos de madera se distribuyen metódicamente creando una aire melancónico, de quien espera la muerte y la acepta, de quien llora la pérdida y anhela el reencuentro.
en una atmósfera de otro tiempo caracterizada por la humedad y el olor a flores recién cortadas,
descansan las almas enterradas en Campo Cestio: el viejo cementerio para exranjeros no católicos.
Situado a dos pasos de Pirámide y custodiado por una antigua muralla da cobijo a un gran número de celebridades políticas, del mundo literario y, sobre todo, del cinematográficas. Aunque tampoco faltan los militares condecotados, los artistas y los nobles a los que la Ciudad Eterna robó el corazón,
y en algunos casos, la propia vida.
A través de las lápidas, auténticas obras de arte personalizado, se puede recorrer gran parte de Europa del este, y de la America del norte: Inglés, polaco, ruso, alemán... son algunas de las lenguas que se reflejan en unos epitafios poéticos y conmovedores capaces de resumir un modo de pensar y de vivir. Especial mención a las estatuas, tan expresivas, que son en grado de contagiar el dolor:
la desesperación del adiós.
Aún así, lejos de ser un lugar triste, es indescribiblmente romántico.
Los bancos de madera se distribuyen metódicamente creando una aire melancónico, de quien espera la muerte y la acepta, de quien llora la pérdida y anhela el reencuentro.
¡Cierra a las 17.ooh!
