Perspectiva, esa es la clave.
Sirve tanto para resolver una situación conflictiva,
como para sacar una fotografía. En el primer caso, la perspectiva se adquiere con los años y es sinónimo, en cierta medida, de madurez. En el segundo, sin embarrgo, es producto de una curiosidad morbosa que se traduce en contursiones extrañas con una cámara en la mano.
En ambos casos, nada es lo que parece.