Y de repente... ¡Villa Borghese!

Vagando de nuevo por la Ciudad Eterna...

Girar la vista, percibir unos jardines, y acercarse.
Poco a poco a medida que uno se va aproximando, la pequeña porción esmeralda, se convierte en un jardín. Un imenso jardín estilo inglés. Mientras aquel puntito blanco que se intuía tras los árboles, coge forma, una neoclásica. Y todo cobra sentido.

 

El edificio es Villa Borghese Pinciana, donse se ubica una de las galerias más
famosas de Roma, en pleno corazón del homónimo parque. 
El frío sol de enero se filtra tras las hojas de los árboles y proyecta las sobras de los edificios sobre los jardices creando una una atmósfera mágica.





Evadirse del ruido y sumergirse en otra época.
Y es que ese es precisamente uno de los mayores encantos de esta ciudad.
Los saltos en el tiempo cruzando una simple calle.