Roma, cuna de la Iglesia católica, romana y apostólica. Así que estar en esta ciudad y no entrar, o no hablar, de estas construcciones es como ir al cine y no comer palomitas. Las hay para todos los gustos. Dedicadas a la virgen, a todos los santos, o a uno solo.
De todos los estilos: desde las primeras basílicas romanas reconvertidas en centros católicos, a edificaciones mediavales, renacentistas, barrocas, neoclásicas o contemporáneas. Grandes, pequeñas.... para todos y para ninguno. Son centros de oración para unos, quizás los menos, y lugares de culto, pero al arte, para la gran mayoría. Sin duda, las iglesias de la capital italiana conforman una parte muy importante de su patrimonio histórico.
Santa Maria degli Angeli e dei martiri
Situada en La Piazza della Repubblica, está construida sobre las antiguas termas del emperador Diocleciano. Diseñada por Miguel Ángel se erigió en el siglo XVI en honor a todos aquellos cristianos que, esclavizados, trabajaron en la construcción de las termas.
San Carlo delle Quattro Fontane
El Quirinale acoge esta pequeña Iglesia, ideada por Borromini en el siglo XVII. Conocida como San Carlino por sus pequeñas dimensiones, tiene todos los ingredientes del Barroco italiano. Sorprende al paseante con un acceso desde una pequeña acera y tres escalones. El interior amplio, despejado y luminoso.
La entrada es totalmente libre. Únicamente se deben de pagar 0.50 cnt. como donativo "voluntario" para entrar en la Cripta.
Sacro Cuore di Gesú
Lo primero, o lo último, que el turista ve cuando pasa por la estación de Termini es la estatua dorada de Jesús en lo más alto del campanario de esta iglesia. Construida en el siglo XIX, después de una ampliación del arquitecto Vespignani, cuenta con un convento salesiano.
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pero con tres ejemplos, por hoy, es suficiente.