Via del Corso, 18.
Es la dirección en la que J.W. von Goethe vivió quizás los momentos más felices de su vida.
Italia, y concretamente Roma, eran para él una obsesión desde la más tierna infancia. Creció escuchando los relatos fantásticos de su padre, que había estado en la Capital durante su juventud. Siempre había querido ver y experimentar en carne propia las aventuras que tantas veces había recreado en su mente. Un sueño que no vería cumplido hasta los 37 años, cuando avisando solamente a unos pocos amigos, decidió poner rumbo a Italia.
Una empresa que comenzaría en 1786 y acabaría casi dos años después. Un periodo en el que recorrería el país de norte a sur, realizando anotaciones tanto de los lugares que visitaba como de las sensaciones que le producían. Un diario muy detallado con el tiempo pasaría a convertirse en una auténtica haguía de viaje para sus compatriotas alemanes, quienes siguiendo sus directrices no tardarían en
convertir Italia en su destino predilecto.
Considerado "El último hombre universal", Goethe encontró en Roma la felicidad.
Una empresa que comenzaría en 1786 y acabaría casi dos años después. Un periodo en el que recorrería el país de norte a sur, realizando anotaciones tanto de los lugares que visitaba como de las sensaciones que le producían. Un diario muy detallado con el tiempo pasaría a convertirse en una auténtica haguía de viaje para sus compatriotas alemanes, quienes siguiendo sus directrices no tardarían en
convertir Italia en su destino predilecto.
Considerado "El último hombre universal", Goethe encontró en Roma la felicidad.
Poner pie en la Capital y vivirla significó la realización de un sueño.
De un anhelo profundo.
Hoy el segundo piso de este edifcio neoclásico alberga el único museo alemán de la ciudad, dedicado a su persona y al libro al que darían vida todos las anotaciones realizada, "Viaje en Italia". Aunque en su interior no queda nada de los antiguos muebles, podemos encontrar las primeras ediciones de alguna de sus obras, además de anotaciones escritas de su puño y letra; retratos, entre ellos uno de Andy Warhol, o el de Tischbein, quizás el más famoso.
Cuenta con una amplia biblioteca y alguna de las salas son dedicatas a exposiciones de arte contemporáneo. Actuamente se puede disfrutar de una estupenda colección de fotografias de la Ciudad Eterna bajo el título: Roma, ciudad fotagrafiada.